Barco hacia las Tierras del Ocaso

Cuando ya estuve más relajada, volví a por la daga y la metí de nuevo en la bota. Fue entonces cuando me di cuenta de que los dos estaban mirándome.

- ¿Pasa algo?

Nos encojimos de hombros.
-No, ¿por que?

- Porque parecéis dos ciegos mirando un punto fijo, por eso.

-¿si?......bueno, intentaremos evitarlo a partir de ahora

Puse los ojos en blanco y bajé al camarote. Subí con las dos espadas y el afilador en la mano. Me senté en un rincón y empecé a afilarlas. Hacía varias semanas que no sacaba una de vaina.

La mire interesado.
-¿te preparas para una batalla?

- Después de haber perdido una mañana entera, intento hacer algo de utilidad.

Y a la vez escuchar el ruido del metal. Y acariciar la empuñadura... siempre me había encantado aquel rizo de metal plateado. Era lo único de valor que poseía.

- ¿Y vosotros? ¿No deberíais estar pescando?

-Mas tarde iremos.......pero antes un consejo.....afila tus armas en el camarote, esta lloviendo y se te van a oxidar.

- Este acero no se oxida.

Una vez afiladas, volví a bajarlas al camarote, y allí me quedé. Tenía un humor de perros, era cierto. Así que lo mejor era quedarse ahí quietecita hasta que se me quitara de encima. Todavía no se había descubierto el modo de ponerme de buenas. Y, a esas alturas, dudaba que existiera.

Empezo la jornada de pesca

En el camarote conseguí encontrar varias velas. A falta de otra cosa que hacer, me puse a darles forma con la daga, según me venían imágenes a la mente. Las primeras acabaron con las cabezas cortadas en el suelo. Luego, conforme iba tranquilizándome, iban saliendo mejor.

-¡Vamos! Tira!!!!!
-¿estas loco? rompera el sedal....tengo que soltar un poco
-No me jodas Vedrick, q este es gordo
-¡Que no!
Cojio la caña
-¡¡¡Tira!!!
-¡¡¡QUitate!!!
El sedal se rompio

Las figuras que había hecho representaban a mi madre, una de mis hermanas, mi sobrino... Cuando me di cuenta, las tiré todas por el suelo, debajo de la otra cama. La que tiré con más fuerza fue la última, que tenía la forma del ser en que se había transformado Vedrick en las montañas. "Maldito subconsciente"

Apoyé la cabeza en la pared e intenté dormir, pero Vedrick y Taern no dejaban de gritar ahí arriba, así que me levanté y subí de nuevo a cubierta.

-¿Se puede saber qué pasa ahora?

Taern y yo estabamos peleando con un pulpo que habiamos capturado.
¡Quitamelo! ¡Quitamelo!
-Si no te estas quieto no puedo, Taern.....joder, trae el brazo, trae.....¡Cuidado!
-Joder, quitate de enmedio Vedrick-Tern me arrollo en su alocada carrera-mierda, mierda.....voy a perder el brazo!!!!!!
-Tu eres gilipollas.....¡Ven aqui!

Lancé la daga, que atravesó al pulpo sin dañar a ninguno de los dos.

- Brazo salvado. ¿Alguna parte del cuerpo más que deba ser intervenida?

Taern la miro con cara de pocos amigos.
-SI, tu cabeza......nos has arruinado la diversion.
Sonrei.
-Anda, ven aqui Taern.......

- Muy bien, la próxima vez, ayudaré al pulpo a arrancarte el brazo.

Me acerqué y recuperé la daga. La limpié y la volví a dejar en su lugar.

- ¿Se te ofrece algo más, aparte de mi cabeza?

Ya iba a saltar cuando le tape la boca.
-No no se le ofrece nada mas.....pero por si acaso se le ofreciese algo, procura no hablarle en las proximas cinco horas-le hice una llave que le tiro al suelo-ahora va a seguir pescando conmigo. COmo la lluvia ha cesado, no hay problema por que se este aqui.

Todavía enfadada por la persistente antipatía de Taern, me senté para ver cómo pescaban.

Apenas un pez tiraba del sedal, ya estaba en el cubo. Asi pasaron tres horas. Con dos cubos llenos dimos por finalizada la jornada.

Vedrick volvió a repetir el proceso de la noche anterior, así que cuando los peces estuvieron asados, cogí uno y empecé a comer en silencio.

Silencio tenso. Hacia mucho que no habia. Taern y yo empezamos a devorar.
-Mañana habra que hacer ejercicio.....si no nos vamos a poner como toneles
-Si..mmmmm....hab..ra que hacerlllo-Taern hablaba con la boca llena.

Aquella noche me comí cuatro, pero no tenía ganas de volver al camarote. El aire me sentaba bien, así que me alejé un poco de los dos osos y me acosté mirando el cielo, que después de la llovizna de aquel día había quedado despejado.

Paso una hora. Taern se fue al camarote. Yo me acerque a Dalayn y la cubri cuidadosamente con mi capa.

- Gracias.

Me arropé con la capa y seguí mirando el cielo.

- Siento haber estado de malas todo el día. De vez en cuando me pasa.