Barco hacia las Tierras del Ocaso

Caí al suelo, pero apoyé las muñecas en la cubierta y con un giro me levanté de inmediato, dejando la daga en su sitio y asiendo la espada que había quedado colgada en el aire. Observé la Longuirus. Todavía tenía la cicatriz en la espalda.

Me dirigí hacia Taern, salé interponiendo una espada entre la Longuirus y yo, sobrepasándolo y lanzándole un tajo a la espalda con el otro filo.

Taern se agacho, y giro sobre si mismo, haciendo tropezar a Dalayn con el asta de su arma.

Moví el asta con la mirada antes ed que pudiera tocarme. Aun así, perdí concentración y estuve a punto de caer. Conseguí mantenerme en pie y esquivar a Taern. Ahora ya no sólo atacaba, sino también defendía. El juego se ponía peligroso... y divertido.

-Tu telepatia es muy util....pero no la uses contra estos chismes...al menos no demasiado...te cansaras mas de lo normal-se coloco la lanza en la espalda-vamos, ven.

- Sí, ya lo he notado.

Sonrei. Vaya pareja.

Era ya mediodía cuando decidimos parar. Sentía los brazos entumecidos y pesados, pero aquello me reconfortaba. Hacía tiempo que no entrenaba así. Me acerqué al barril y cogí algo para comer. Como no había dormido mucho, estaba más cansada de lo que debería, pero no me quejé.

Me fui al otro extremos del barco, a pensar en lo que habia sucedido, y en lo que iba a suceder. De paso, observaba a ver si veia algun pueblo

Mientras comía, miraba hacia la costa. Agudicé el sentido de la vista y pude observar los múltiples acantilados y playas. Entonces, distinguí a lo lejos una formación rocosa que me resultaba conocida. Sin ninguna duda, había soñado con ella esa misma noche. Seguí comiendo en silencio, esperando a estar más cerca para asegurarme.

Empece a juguetear con mis manos.
"¿Estas nervioso?"
"Si"
"¿Y eso?"
"Se nos avecina una buena, mas vale q ese mago nos ayude de verdad"
"Mas le vale"

Todavía no se veía qué había detrás del acantilado, pero yo no albergaba dudas.

- Taern, vira a estribor - le pedí mientras terminaba de comer.

Simplemente lo hizo.
Yo me dije que Dalayn habia visto mas cosas de las que habia dicho.

El barco fue aproximándose poco a poco a la costa. El gran acantilado parecía mucho más grande conforme nos acercábamos. En un momento dado, sobrepasamos su límite y pudimos ver lo que había detrás.

Una extensa playa de arena blanca era acariciada por el suave murmullo de las olas. Sin embargo, no se veía nada más. Allí no había nada. Sólo arena.

- Tenemos que desembarcar allí - señalé. No iba a darme por vencida tan pronto.

-Los caballos estaran ansiosos por pisar tierra firme. Ire a por ellos. Taern encargate de los cachibaches.

Ayudé a Taern a recoger las cosas. De vez en cuando miraba por encima de su hombro y murmuraba que allí no había nada. Yo no contesté. Cierto, allí no había nada. Aparentemente, claro. Aunque tampoco estaba del todo segura.

Yo me puse todas mis alabardas, me colgué la bolsa al hombro y cogí las riendas de Khenhènann. Para entonces, el barco ya había tocado tierra. Descendimos a la playa. Andamos un poco de aquí para allá, pero no había nada. Taern dejó escapar su frustración.

- ¡Aquí no hay nada! ¿Qué se supone que esperáis que ocurra?

Sabía que tenía dos pares de ojos clavados en mí.

- ¿Drezan? - dije con voz insegura. En ese momento sentí como una pequeña vibración bajo mis pies y ante nosotros empezaron a aparecer unas pequeñas casas blancas y azules hasta formar un pequeño pueblo al pie del acantilado, un pueblo que yo ya había visto antes en mis sueños.

Nos internamos por las calles, que olía a brisa marina y a flores. Era como un pequeño paraíso en medio de un infierno de arena, un infierno que se extendía más allá en forma de desierto.

"¿Un hechizo de sepultacion?"
"Eso parece.....pero no lo habia detectado"
"Extraño Sabaath, por que es un hechizo de elemento tierra"
"Estoy trabajando en ello"

Nadie decía nada, y yo me sentía un poco perdida. No había nadie por las calles. Parecería un pueblo fantasma de no ser por algunos sonidos de risas y conversaciones dentro de los hogares. Entonces, al doblar una esquina, vi un hombre salir de una casa. Lo reconocí al instante. De edad madura y pelo canoso, Drezan tenía una expresión apacible. Al principio no pareció darse cuenta de nuestra presencia. Luego, tras observarnos unos segundos, asintió y se dirigió a nosotros.

- ¡Oh, ya has llegado! ¡Y has traído compañía, vaya! - miró de arriba abajo a Taern y Vedrick. Luego, añadió -. Será mejor que entremos. No es bueno ir así por aquí. Venid.

Nos hizo un gesto con la mano y nos guió hasta el interior de su vivienda. Dejamos los caballos fuera y entramos.

Por fin conocia a Drezan. Ahora solo quedaba ver lo que nos decia.

La casa era grande y estaba ricamente decorada. Nada parecía indicar que allí viviera un hechicero. Nos guió hasta el salón y nos hizo sentar alrededor de una mesa. Se acercó a un armario y extrajo unas cuantas tazas que colocó ante nosotros. Después, desapareció por una puerta y regresó con un plato de galletas, una tetera y un tarro. Sirvió el té y sacó del tarro unos cuantos piñones, que se quedaron flotando en las tazas.

- ¿Y bien? ¿Qué os trae por aquí?

-Bueno, supuestamente tu tenias que hablar con Dalayn.......y pensamos que alomejor tambien podiamos hablar nosotros dos contigo.

- Oh, sí, sí, lo recuerdo, bien...

Se sentó en una silla y nos miró.

- Bien, bueno, veamos... ocultistas, una rama de ellos más bien. Llevan haciéndolo desde hace mucho tiempo, aunque suelen actuar más secretamente. Sin embargo, tú has conseguido escapar, y eso los enfurece. Todo es debido a tus poderes, pequeña, y a lo que eso conlleva. Muchos no han aceptado todavía la derrota del Abismo.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Oh, ¿no se lo habéis contado? - preguntó, mirando a los dos amigos -. Por lo que veo, es la confidente de uno de vosotros, debería saberlo.

Hizo una breve pausa para tomar un sorbo de té, y después siguió hablando.

- Bien, veamos... habrá que empezar por el principio... Hace cientos de años, las Tierras del Ocaso estaban pobladas por un ejército de demonios, el más grande que se haya visto sobre el mundo hasta ahora. Esto era debido a que la entrada al inframundo se encontraba aquí, en el Abismo. Los demonios se extendían con rapidez a las demás tierras, provocando muertes y desolación. En un principio, los ocultistas fueron creados para eso, para contrarrestar el poder del infierno. Eso sí, tardaron decenas de años en encontrar una manera de unir los cuerpos de un humano y un elemental, de que aprendieran a controlar sus poderes y a agudizar sus sentidos y todo eso. Para entonces, los demonios eran una verdadera plaga. Sin embargo, los ocultistas también llegaron a ser muchos y les hicieron frente. Años después, los territorios de los demonios se reducían únicamente a estas tierras. Entonces ocurrió la batalla del Abismo. Las fuerzas demoníacas y los ocultistas se enfrentaron en una cruenta batalla, que acabo con la casi total aniquilación de los ocultistas y la muerte de millares de demonios. Las técnicas de entonces no eran las de ahora. Sin duda, los demonios no presentan ahora tantos problemas.
Sin embargo, la puerta al infierno seguía abierta, y los ocultistas no podían contrarrestarla debido a sus innumerables bajas. Fue entonces cuando llegaron un puñado de hechiceros venidos de tierras lejanas. Muy poderosos, sin duda, lo primero que hicieron fue cerrar la puerta la inframundo y después acabar con los demonios. Algunos ocultistas no se lo tomaron muy bien, y tampoco los Archimagos que los crearon. No estaban dispuestos a aceptar que unos cuantos hechiceros hubieran acabado con lo que lsus magnificas creaciones no habían podido. Los persiguieron, pero ellos se ocultaron aquí.

-ejem.....todo eso es muy bonito....pero Dalayn que pinta en esto??

- Bien, bueno, Dalayn pinta más en la parte de los soñadores.

- ¿Soñadores? - pregunté. Estaba inquieta. Aquello me sonaba demasiado grande para mí.

- Sí, gente cuyo poder reside en los sueños. Algunos pueden ver el pasado, otros el presente, unos pocos el futuro... Otros pueden ver cosas ocultas, los sueños de otros, incluso controlar a los demás... Un poder peligroso, si no se controla. Los grandes reyes lo sabían. Los poderosos también. En sus guerras particulares, siempre querían un soñador bajo su mando. Eran pocos, pero los buscaban para que obedecieran sus órdenes. Sin embargo, las cosas no siempre salían bien. Es difícil controlar los sueños, puesto que son producto del subconsciente, y no todos tienen el mismo poder. El futuro puede cambiarse, y a veces es muy complicado entrar en la mente de otra persona si uno no se concentra bien. Así que muchos de los planes de estos mandatarios se vieron truncados por los fallos en los soñadores. Algunos pensaron que los habían traicionado, así que empezaron a perseguirlos y a matarlos. Muchos lograban esconder su poder, y otros decidieron venir aquí. Para entonces, Nearabyss se había convertido en un lugar seguro para todo aquel que necesitara refugio. Los hechiceros se beneficiaron del poder que emanaba de la grieta para convertirlo en un lugar inexplugnable. Los que vinieron se quedaron.

>> Hasta ahí, todo normal. El problema lo supuso la descendencia. La magia de los hechiceros se mezcló con la de los sueños, así que los soñadores podían defenderse sin necesidad de huir. A los ocultistas más radicales le supuso un fuerte golpe, puesto que ahora el poder de los hechiceros aumentaba. Temían la rebelión. Ellos habían podido con los demonios, cosa que los ocultistas no habían podido hacer, y eso no les gustaba nada. Estaban acostumbrados a ser los mejores. Persiguieron también a los soñadores, intentando averiguar una manera de derrotar a los hechiceros.

>> Algunos de esos soñadores se quedaron aquí, otros se fueron. La magia y los sueños fue degenerando poco a poco, hasta darse solamente en algunos casos. Normalmente, se daba en casi todos, aunque con muy poco poder. Tu madre - dijo, mirándome -, era uno de esos casos que poseía ambas cosas. Magia y sueños. Podía ver el futuro con una certeza pasmosa, y detener el tiempo. Vuestra familia había salido de Nearabyss hacia Sáyarot muchísimos años antes. Al mezclarse con humanos normales y corrientes, muchas de las generaciones no poseían ningún tipo de magia, así que tu madre creció sin saber lo que se traía entre manos, sin controlar su poder. Así que un día la descubrieron y la persiguieron. Cuando nos enteramos aquí, me enviaron a mí para enseñarle. Me la llevé de Sáyarot y la enseñé a controlar su magia. También le enseñé algo con lo que poder ganarse la vida. Cuando volvimos a Sáyarot, ella ya era una mujer. Ahí nos separamos.

-Genial, ahora nosotros somos los malos, ¿NO?-Taern parecia irritado.
-BUeno, las cosas han cambiado mucho, ahora los Ocultistas no tenemos nada que envidiar a los magos. Puede que nuestra magia no sea tan potente, pero tenemos recursos....

- Pero aun así, las viejas rencillas no se olvidan. Como ya digo, ahora no suelen meterse mucho. Tienen métodos más sutiles. Manejan a los reyes, a los soldados. Como bien has dicho, son más poderosos que entonces. Si no me equivoco, detectaron a Dalayn haciendo uso de su magia. La investigaron un poco y se dieron cuenta de que pocedía de la mezcla de hechiceros y soñadores. No consideran que ver el futuro o manejar las mentes de otras personas sea algo lícito. - Drezan calló unos instantes. Parecía dudar si continuaba o no -. Eso es todo lo que sé.