Zorehn'tragh (Sede ocultista de Sodden)

Entramos en el edificio. NO era especial. Ante nosotros se abria un hall bastante sencillo y, algo, mugriento. Un mostrador al fondo le daba el aire de una recepcion.
-Hola-salude.
EL hombre q estaba detras del mostrador, un hombre corriente, no destacaba por nada dijo:
-Hombre, si es Vedrick. Ya paso Zortan con los informes.....menuda tunda ¿eh?....sin embargo me ha dicho que contra los venerianos tuviste que hacer una suplantacion, y contra la sierpe, tuviste q usar las capacidades del elemental-su voz tenia cierto rintintin.
-¿Y?....quien se juega el pellejo, tu o yo??, ahora, dame lo que me corresponde.
-Huyuyuy...q se pone chulito. A mi me hablas con respeto. Y ahora me cuentas quien cojones es esa tia....¿Me la traes de regalo?'
-Tu madre...es mi confidente quiero hacerla oficial.
-Tu confidente-reprimio una sonrisa-q bonito ¿no?....pues esta bien buena...te dejare una habit...
No aguante mas, puse la mano en la mesa y le mire intensamente.
-No me toques los huevos Taern.....por q no tengo ganas de bobadas. Otro comentario gracioso de los tuyos, y te capo.
Se limito a sacar un pergamino. Escribi y firme en el. Me dio dos bolsas de cuero y un papelito.
-Hasta otra Vedrick-esta vez su voz sonaba distinta....con miedo.
No le respondi. Me diriji a Dalayn y le hice un gesto para que me siguiera por el enorme pasillo, q se iba adentrando en la tierra.

- Por mí no te preocupes, ¿eh? - le dije mientras corría detrás de él -. No es la primera, y seguramente no será la última que me dicen cosas así. POr cierto, ¿qié es eso de los informes? ¿Os vigilan cuando trabajáis?

Asenti.
-POr delante nuestro siempre hay buscadores que buscan trabajo. Cuando lo encuentran, avisan a la sede mas cercana para q mande gente. Una vez q el trabajo concluye, los buscadores mandan un informe, junto con el precio estipulado a la sede a la que acudieron. Tras una reparticion del dinero, venimos nosotros y cobramos nuestra parte. Los buscadores tambien tienen un elemental, y siempre estan vigilando a los q realizan los trabajos q ellos encontraron-llegamos a una puerta q daba a una sala con, al menos, doce puertas. Abri una, y empezamos a bajar unas enormes escaleras. Las antorchas iluminaban el camino.

- Ya, por si se os va la olla, ¿no? - me arrebujé en la capa. Empezaba a hacer frío -. ¿Y si las cosas se ponen chungas intervienen?

Negue.
-Se limitan a entregar informes y buscar trabajos. Solo en caso de q no queden hombres de campo, como yo, ellos se encargarian de realizar las tareas. Pero nunca se ha dado.
Llegamos a otro enorme pasillo, con muchisimas puertas a los lados. Empezamos a avanzar.

- Bien, creo que me he perdido. Espero que tu habitación no esté muy lejos de la mía, si no, cuando quiera ir a dar un paseo tendréis que venir todos a buscarme - "ya claro, cerquita para no perderte. Muy lista" - Esto es enorme. ¿Todo esto son habitaciones?

Negue.
-Aqui no hay ninguna habitacion. Estan en otra seccion-llegamos a la puerta q buscaba. Toque el pomo, y la puerta se abrio. Se descubrio una amplia sala llena de estantes y vitrinas. Habia joyas y armas
-Bien, tendras q cojer alguna de las joyas q hay aqui. Colgante, pulsera, anillo....lo q quieras. Te identificara como confidente. Despues esoje un arma. Hay de todo.

Asentí mientras entraba en la sala. Era un lugar enorme. Empecé a pasearme entre los estantes. Nunca me habían gustado especialmente las joyas. Consideraba que eran muy bonitas, y más cuando llevabas un vestido a juego y bailabas con príncipes, pero eso quedaba muy lejos para mí, y para luchar lo más cómodo era no llevar nada. Así que miré primero las armas.

La verdad, no sabía qué iba a escoger. Ya tenía dos espadas, y no quería separarme de ellas. También la daga. "Podría coger otra", pensé. Era complicado abarcar tantas cosas con la mirada, pero mis ojos llegaron a posarse en una especie de aro de metal. Me acerqué y lo cogí con cuidado. Estaba bien afilado y tenía incrustaciones de plata. Había visto algunos parecidos. Eficaz como una flecha y útil como una daga, y además siempre volvía al sitio de destino, o al menos solía hacerlo. Mi padre me había hecho uno cuando era pequeña, y no se me había dado mal. De hecho, forjó uno especialmente para mí, pero a los pocos meses acabó partido, incrustado en un árbol. Decidí quedármelo.

Ahora, las joyas. Eso era más complejo. Había colgantes, anillos, pulseras, braceletes... después de mucho meditar, elegí una sencilla cadena de plata, con una pequeña piedra preciosa en forma de estrella colgando. Me volví hacia Vedrick.

- Bueno, creo que ya está. ¿Qué te parece?

Me encoji de hombros.
-Que espero q no tengas q utilizarlo. De todas formas has de saber que ningun arma aqui es normal. Despues me la dejas, y te digo sus propiedades. Ahora vamonos a la habitacion.
Andamos el mismo camino, hasta subir al piso de arriba. Una vez alli, cojimos otra puerta y a bajar escaleras. Llegados a otro inmenso pasillo, me pare en una de las muchas puertas q habia, y abri.
Eso no era una habitacion, era un palacete. Tenia un baño con agua caliente preparada. Dos camas enormes, mesa, y armario. El tamaño era mas o menos como el de la armeria.
-Lo siento, pero los confidentes no teneis derecho a habitacion propia.

- ¿Habitación? ¡Esto es 5 veces una habitación normal! ¡O más! - "y sin tabiques" dijo la vocecilla. Me limité a ignorarla. Estaba alucinando. No hacía más que dar vueltas para retenerlo todo en la retina. Nunca había estado en un sitio así. Pero, enseguida, paré. Debía de estar haciendo un ridículo monumental. Dejé las armas sobre la mesa y la capa encima de una silla, pues todavía no sabía en qué cama dormiría. Sin embargo, no sabía donde dejar el colgante. No quería perderlo. Miré a Vedrick, tendiéndole la joya - ¿Me ayudas?

Le retire el pelo y le puse el colgante.
-Es muy bonito. Sin duda acorde contigo-me fui al armario a ver si habia ropa. Sin duda todo estaba preparado. Ropa de viaje para mi para ella. Me quite la ropa (exceptuando los pantalones). Deje todo sobre la mesa.
-Te puedes tomar el baño q decias antes.

Le sonreí y agarré dos toallas que habían sobre una de las camas. La verdad, me daba un poco de vergüenza todo aquello, pero no había más remedio. Me quité las botas, abrí una de las cortinas que delimitaba el baño y la cerré a mis espaldas. Dejé las toallas a un lado y me desnudé. Me desaté el pelo y metí un pie en el agua.

- Ah -reprimí un grito. Estaba ardiendo. Volví a meterlo, esta vez con más cuidado. Después el otro pie, hasta hundirme por completo y sentarme en el fondo. Vaya, si así vivían los ricos, no me extrañaba tanto que le tuvieran miedo a la pobreza. Me sumergí para mojarme el pelo y empecé a darme jabón. Era lo más cercano al paraíso que había estado nunca.

Rebusque en los cajones. Al parecer se habian esmerado en proporcionarme una cantidad mas q suficiente de elixires. Mire la ropa que me tenian preparada. Sonrei al verla. Me era muy familiar. La sonrisa me duro poco. Eso significaba q me tenian una mision dura.
Coji los saquetes q me habian dado antes, y empeze a repartir el dinero en dos partes iguales. Una para Dalayn y otra para mi.

Al rato, salí del agua, dejé la ropa en un cesto que había y me envolví entera en una de las toallas, que me llegaba casi hasta las rodillas. Con la otra me iba secando el pelo. Encontré a Vedrick justo en frente, en la mesa. Su expresión era sombría.

- ¿Ocurre algo? - levantó la vista, y no pude por más que sonrojarme hasta parecer un tomate. Sólo llevaba la toalla. Traté de dejar eso a un lado y me aproximé. - ¿Qué es eso? ¡Dioses! - exlamé al ver el contenido de los saquillos -. No me extraña que estés tan contento con tu trabajo, con eso podría vivir un año entero sin hacer nada - volví a mirarlo -. Bueno, entonces, ¿a qué venía esa cara tan larga?

Volvi a mirar el dinero. Habia hecho dos montones, y meti cada uno en una bolsa.
-Coje una. Es tuya-me diriji a la puerta-no tardare en volver-coji mi vieja ropa y me la puse de nuevo-tu puedes hacer lo que quieras, pero no salgas del cuarto, no sea q te pierdas.

- Pero... - quería replicarle, pero salió antes de que pudiera decirle nada. Suspiré. Miré la bolsa de dinero, pero la dejé en su sitio. No pensaba cogerla. Me acerqué al armario y me puse a inspeccionar la ropa. Al final, encontré unos pantalones y un corsé de cuero flexible y una camisa blanca de cuello de barco, que dejaba ver el colgante. No estaba mal. Me vestí y comencé a buscar por los cajones hasta encontrar un cepillo. Me senté en el borde de una de las camas para peinarme. ¿Qué habría pasado para que Vedrick saliera así de la habitación? A veces parecía que nos acercábamos y luego, de repente, parecía haber un abismo entre los dos. Traté de concentrarme en el pelo y dejar a un lado lo demás. No servía de nada calentarme la cabeza.

Avance por los corredores sin fin. Me detuve ante una enorme puerta de roble, q destacaba entre las demas. Toque y entre.
Alli me esperaba, tras una enorme mesa de caoba, un tipo grande, sentado en un gran sillon. En su frente, unos tatuajes tribales le daban un aspecto de cesar.
-Supuse q vendrias....siempre fuiste muy fino para las indirectas.
Me acerque a el.
-Negociemos.

Suspiré de nuevo mientras daba vueltas por la habitación. Me aburría. Me aburría terriblemente. Si al menos hubiesen ventanas... pero no, no había ventanas. Además, estaba preocupada por Vedrick. No me había gustado su expresión. Y cuando estaba nerviosa no podía hacer otra cosa. Instintivamente, me llevé una uña a la boca, pero cuando me di cuenta, volví a bajar la mano. Hacía años que no me comía las uñas, ¿por qué ahora parecía todo lo contrario? Me asomé varias veces al pasillo, pero no se oía nada. Sabía que Vedrick me había dicho que no saliera, pero no podía permanecer allí. Cogí una capa nueva del armario y corrí por los pasillos, intentando orientarme.

Tras, al menos, media hora de conversacion, discusion o debate, sali de la enorme sala, notablemente mas contento. Eso si, me habia costado mi parte del jornal. Fui hacia la habitacion. Cual no seria mi sorpresa cuando me encontre el cuarto vacio. Coji mi bolsa de dinero, corri de nuevo a la sala grande y, tras otros 10 minutos de charla sali de alli, para buscar a Dalayn.

Paseaba por los pasillos sin mucho entusiasmo, intentando aprender el camino de vuelta a la habitación. Todo parecía dispuesto de forma desesperantemente ordenada, aunque de vez en cuando me encontraba con algún callejón sin salida, lo que me desesperaba aún más. Estaba a punto de dar media vuelta cuando escuché a dos personas hablando en una sala. A falta de otra cosa que hacer, decidí escuchar un poco, aunque sabía que estaba mal, pero lo haría ningún daño.

- ¿Extranjera, dices? - dijo uno.
- Sí, con una especie de monstruo y otra mujer - contestó otro.
- ¿Crees que pueden ser Vedrick y la veleriana?
- No lo creo, estoy seguro.
- ¿Han dicho por qué la persiguen?
- No, pero ofrecen una buena recompensa por la información, supongo que será valiosa para ellos.
- Esto no tiene buena pinta.
- No, no la tiene. Y creo que el jefe debería saberlo. Esto podría traernos complicaciones...

Me negué a seguir escuchando. Me habían encontrado. Pero, ¿cómo? Los ladrones, maldita sea, los ladrones. Me quedé en mitad del pasillo, paralizada. Y ahora, ¿qué?

La toque el hombro, y se sobresalto, pero le tape la boca con la otra mano. Le hice un gesto para que viniera conmigo sin rechistar.

Tras varios minutos de caminata, llegamos a la habitacion.
-Crei haberte dicho que no salieras.

Bajé la cabeza, un poco avergonzada.

- Lo sé, pero estaba preocupada por ti. No me gustó nada la expresión que tenías antes. Además... - intenté buscar las palabras correctas. Por el camino había tomado mi decisión, y esperaba que fuera la correcta - tenemos que hablar.

Asenti.
-Escucho.

Nos sentamos en una de las camas. No sabía por donde empezar.

- Ha ocurrido algo. Supongo que no tardarás en enterarte, ya que hay otros ocultistas que ya lo saben, así que... hay gente buscándome. Y sé que eso te podría causar problemas y a los Ocultistas en general - recordé las palabras que había escuchado tras la puerta -. De hecho, ya te han visto conmigo. Así que... creo que lo mejor es que me vaya por mi cuenta.

Me encoji de hombros.
-Dame detalles. Con eso no me aclaro......creo q es hora de q me cuentes q demonios pasa contigo. ¿De donde vienes?¿Por que viniste?.....sera mejor q me cuentes todo.