Vhirendärsil

El sueño fue como volver junto al Gran Árbol. Intenté escapar de él, evitar el final, pero sólo conseguí despertarme cuando terminó, entre gritos.

Me acurruqué en un rincón de la cama, esperando a que la respiración fuera más pausada. Ojalá Vedrick estuviera allí.

Junto a ese pensamiento, llegaron las palabras de la elfa: "Tenéis el poder para restablecer el orden, pero también habita en vosotros la posibilidad de aniquilarlo". Había hablado en plural. Para los dos. Y luego había dicho que yo era la llave. ¿La llave de qué? También había hablado de un refugio...

Pensé en las profecías. En la primera, se habla de mis poderes. En la segunda, de Vedrick y de mí... Todo era un ciclo... El refugio... Vedrick...

"Eres mi burbuja"

Entonces caí. No podía ser. Por eso había querido no pensar en ello. Lo había sabido desde el principio. Pero no era justo. No podía ser...

-¿Va a tardar mucho en llegar?-estaba impaciente por ver a Dalayn
-No creo que tarde demasiado

Miré hacia la ventana. Amanecía.

¿Qué se suponía que debía hacer ahora? ¿Ir y seguir entrenándome? ¿Para qué? ¿Para qué si al final todo se resumía en alejarme de Vedrick en el momento preciso. ¿Pero cuándo? ¿Dónde? Y sobre todo, ¿por qué? ¿Qué pasaría con él? No, yo no podía dejarlo... no como la última vez... no sin saber qué le sucedería... Nunca más.

Golpeé la pared con fuerza. Los huesos de la mano crujieron, pero apenas me di cuenta. Estaba harta de todo. Harta de que algo o alguien me manejara a su antojo como un simple muñeco. Harta de que todo se volviera en mi contra.

Me vestí y me fui al santuario. Podría haberme curado la mano yo sola, pero prefería perder tiempo. Dejar que la sacerdotisa me envolviera con su voz. Volver a olvidarme de todo. Despertar de aquella pesadilla.

-Es extraño. Segun el anciano ya debería de haber llegado...iré a ver si está todo bien.
-¿estas preocupado Hyouma?
-Es más que nada por lo del árbol...pero seguro que no es nada.

Thirëlyan me curó en pocos segundos, mirándome extrañada.

- Menudo golpe. ¿Dónde te hiciste eso?

- Me caí. En el entrenamiento.

- Pues vaya, sí que te diste con ganas.

- Ya...

- Pero podrías habértelo curado tú, ¿no?

- Lo sé. Pero quería venir a ver si podía aprender algo más.

La elfa sonrió.

- No creo que te haga falta nada más. Con esto estará bien. Ya puedes marcharte.

- Gracias.

Me marché de allí intentando no pensar en nada. Me tropecé con un elfo que entraba porque apenas veía por dónde caminaba. Me senté en el tronco de un árbol, mirando la luz que entraba por las rendijas de los árboles. La miré fijamente, observando cómo cambiaba su forma, calmándome poco a poco.

Me senté en el suelo a esperar a que Dalayn y Hyouma regresaran. Empezaba a ser preocupante

- ¿No tienes entrenamiento? - escuché una voz a mis espaldas. La reconocí al instante.

- Quizá yo pueda decir lo mismo respecto a ti - seguí mirando al frente.

- Es más importante tu entrenamiento.

- ¿Seguro? ¿Por qué?

- ¿Cómo que por qué? ¿Acaso has olvidado por qué estás aquí?

- No. Estoy aquí porque maté no se cuántas dríades, y Vedrick les pidió que me desterraran aquí. Nada más.

- ¿Y la guerra? ¿Y el futuro?

- El futuro no depende de mí, ¿verdad? Tú dijiste algo después de la profecía. Dijiste...

- Que los grandes habían vuelto a intervenir, sí. ¿Y qué?

- Que entonces, ¿qué importa lo que yo haga o deje de hacer? El destino seguirá siendo el mismo...

- Si no me he enterado mal, había dos caminos en lo que viste.

- Sí, pero sólo uno es el correcto. Y ninguno depende de lo que yo aprenda aquí.

- ¿Así de sencillo? ¿Vas a rendirte?

- Sí. Que el mundo se apañe solo. No me importa.

- Estás siendo egoísta. Deberías pensar un poco más en...

- ¿En quién? - me levanté, hecha una furia -. ¿En los que van a morir? ¿En los que van a padecer? ¿Y yo qué? ¿Qué pinto yo en todo esto? ¿Quién se interesa por mí? ¿Quién se interesa de lo que pasa conmigo? ¿De lo que he pasado? Tú no sabes nada, Hyouma, absolutamente nada, así que sigue con tus ojos cerrados al mundo y déjame en paz.

Eché a andar, luego a correr, internándome en el bosque.

Al cabo de una media hora Hyouma regresó.
-Está en el bosque...no le diré nada al anciano..será mejor que la busques. Está algo...confusa. Nadie mejor que tu para calmarla...¿Que haces ahi mirando? Ve.

Salí corriendo en busca de Dalayn

Me senté bajo una cascada. Sabía que el cuero se estropearía, pero quería sentir cada golpeteo sobre mis hombros. Contarlos. Cualquier cosa con la que pudiera tener la mente en blanco. Me senté con las piernas juntas, la cabeza entre las rodillas. Me concentré en la energía que destilaba un pececillo. Seguí su recorrido por el río. Sólo me concentré en él. Su vida era tan sencilla que metida ahí parecía ser feliz.

-¡Bu!-la vi en una cascada y me acerqué con sigilo-¿Que haces aquí?

- ¿Em?

Levanté la cabeza con lentitud, y la imagen del pez desapareció.

- Ah, hola. Estaba viendo si podía convertirme en pez. ¿Y tú? ¿No deberías estar entrenando?

-Hoy haremos entrenamiento compartido. Te necesitamos. Venga...vamos-sonreí y le tendí la mano

Desvié la mirada.

- No estoy de ánimo, Vedrick. No he dormido bien. Y no creo q ver a Hyouma sea lo más conveniente ahora.

-¿Y eso?-me puse a su altura. Hice un hechizo sencillo para no mojarnos-¿Que ha pasado?

- He discutido con él. No voy a seguir entrenando. Termina tu entrenamiento y marcha con los demás cuanto antes. Yo me quedaré aquí. Ese es el precio.

-¿Que? ¿Como sabes eso? ¿Te lo ha dicho el viejo? No estoy dispuesto a pagar ese precio.

- Pues vas a tener que pagarlo, Vedrick. Es la única manera. Cuando todo termine podrás volver. Yo estaré aquí esperándote. Pero no voy a marcharme. Ya no.

-No entiendo. Hablaré con el Anciano. Seguró que podemos hacer otro trato

- No se trata del Anciano, Vedrick. Es la profecía. Son todas las profecías. ¿Recuerdas cuando te dije que el destino se empeñaba en separarnos y unirnos una y otra vez? Esta no es diferente. Mientras yo permanezca aquí, todo irá bien. Y no se hable más.

-Es eso...pues vaya ¿Te vas a dejar guiar por otros? Pensé que eras distinta-retrocedí un poco y me quedé callado mirando el agua-asi que te quedarás de brazos cruzados.

Me dolieron sus palabras. Más que todo lo que creía haber averiguado sobre la profecía.

- Sí, así es. Si de esa manera quedas plenamente libre, que así sea.

-Eres una Ocultista...una Caminante. Eres un ser importante y poderoso. Si es tu decisión, la respeto. Adios Dalayn. No se si te volveré a ver-me di la vuelta y me alejé con la cabeza baja.

Sentí cómo una estaca se me clavaba en medio del estómago. Quise gritar, pero el dolor ahogó el sonido. Las lágrimas inundaron mis mejillas, pero el agua de la cascada se las llevó sin dejar rastro. Me moví hasta la pared de la cascada y lloré amargamente. Ahora empezaba verdaderamente el destierro.

Llegué al lugar donde estaba Hyouma y el Anciano.
-Hyouma, nos vamos al continente-Hyouma me miró. Asintió.
-¿Qué? Hyouma no puede regresar...además no hemos..-el Anciano parecía confuso
-Me iré. Hace tiempo que me tenia que haber ido. Hiciste el pacto con Jace, y el ya murió. Ya no me puedes mantener aquí. Ahora tengo cosas que hacer...-Hyouma me miró-siento lo de Dalayn
Apreté la boca. Hyouma siempre lo sabía todo.

Sujeté con la mano el colgante. Lo apreté con fuerza en la mano. Pensé en Vedrick.

"Siento haberte decepcionado de nuevo. Tú no lo entiendes. Mientras esté a tu lado estás en peligro. Puedes odiarme. No te culpo. Puedes olvidarme, estás en tu derecho. Pero recuerda siempre que te amo, que te amaré toda mi vida, y que cuando muera, mi alma te seguirá amando por toda la eternidad. Adiós, Vedrick"

No esperaba respuesta. Apoyé la cabeza en la piedra y dejé que el sol me bañara.