Vhirendärsil

-No quería decir nada sobre una visión profética. Me refería a su conocimiento sobre el futuro, el pasado, el presente...
Avancé hasta ponerme a la altura de Dalayn.
-No creo que tenga mucho sentido hacernos venir para luego no enseñarnos nada ¿no?

- No seas impaciente, muchacho. No es a ti a quien se ha invitado a venir, aunque estuviera escrito que vendrías. En vuestras manos está que el árbol muera, definitivamente, y yo con él, o de que reviva de nuevo. Por eso estáis aquí.

-Perdonadme-suspiré y dije para mi-¿por que se empeña la gente en hablar de manera tan trascendental?

- Tenéis el poder para restablecer el orden, pero tmbién habita en vosotros la posibilidad de aniquilarlo. Por eso he querido advertiros - dirigió sus misteriosos ojos hacia mí -. Tú tienes la llave. Tú tienes la posibilidad de dar luz o enterrarnos en las tinieblas. Tu refugio es tu salvación pero también tu perdición. Asegúrate de huir cuando sea necesario, o no habrá retorno.

Sentí unos retortijones en la boca del estómago.

- No sé de qué estás hablando.

- ¿Estás dispuesta a saberlo?

- Por supuesto.

- ¿Seguro? Recuerda, algunos se volvieron locos al conocer su futuro. ¿No tienes miedo?

Medité durante unos segundos.
- No. Me arriesgaré.

- ¿Si no tienes miedo al futuro, a qué temes entonces?

Permanecí en silencio. No sabía a qué temía. Antes pensaba que no le tenía miedo a nada. Ahora, mi corazón estaba lleno de miedos y dudas. Finalmente, acabé por resumirlos.

- A la soledad y la muerte.

La elfa sonrió.

- Sólo aquellos que se conozcan plenamente pueden acceder al futuro sin perturbar su mente. Estás lista para conocerlo.

La elfa puso una mano sobre mi frente, y el bosque desapareció.

Oía gritos, olía sangre, el mundo perdido en la oscuridad. Luces, luces en el camino. El amanecer, y con él, nuevas hordas de dolor. Una orden en medio de la oscuridad, un grito de triunfo. Luego, algo muy extraño. Me alejaba y me acercaba a la vez. Salía a la luz, a los campos, por un lado, y luego caía en el vacío, en el fuego. Las risas se entremezclaban con unos aullidos de liberación y electrizantes. La luz del sol se envolvía con las tinieblas, la vida con el fuego, el futuro con la muerte.

De pronto, todo acabó. Me encontré con lágrimas rodando por mis mejillas y la elfa mirándome con una expresión compasiva.

- Dos son los caminos. No volváis aquí hasta que hayan terminado. No volveréis a ver el árbol así nunca más. No hay precio para vuestro conocimiento. El precio lo pagaremos todos. Recuérdalo, Dalayn. Tú eres la llave, la Bendicón y la Maldición, tu refugio la salvación y la condena. Y ésta es la última profecía que pende sobre ti.

Su imagen se difuminó, y con ella la del bosque. El árbol desapareció, así como la hierba y el olor a frescura. Todo volvió a ser como la noche anterior. Yermo y desolado.

-¿Que ha pasado?-me acerqué a Dalayn preocupado.
-Que los grandes han vuelto a jugar con el destino de los mortales. Han lanzado una profecía-Hyouma se fue lentamente de allí.
-Dime que ha pasado Dalayn

Todavía estaba conmocionada. Lo miraba sin verlo, mi voz estaba vacía de cualquier matiz.

- Era la guerra. Amanecía. Llegaron más. Alguien gritó una orden y algo se liberó. Entonces se abrieron dos caminos. En el primero, yo me alejaba de ahí, y cuando todo terminó se hizo la luz, y todo eran risas y alegría. En el segundo, sentía que me aproximaba cada vez más. Entonces todo se hizo oscuro, y apareció el fuego, y se oyeron aullidos de liberación. Daban miedo, electrizaban la piel. Era la muerte.

Parpadeé, dejando que las lágrimas cayeran de nuevo. Enfoqué a Vedrick, consciente de nuevo de lo que había a mi alrededor.

- ¿Qué significa todo eso?

-Eh....no tengo ni idea.

Me limpié las lágrimas.

- No creo que hoy pueda concentrarme en el entrenamiento. ¿Me acompañas hasta el cuarto o te vas directamente con Hyouma otra vez?

-Te acompaño. Vamos-la abracé. Estaba preocupado
¿Por que todo le pasaba a ella?

Acepté su abrazo de buena gana. No hablé en todo el camino. No quería pensar. Sentía que si pensaba me volvería loca. Necesitaba distraerme.

- Creo que necesito un poco de acción... ¿te gustaría venir esta noche a alguna isla cercana a cazar algo?


PD: Voy a cenar. Enseguida regreso.

-Claro...asi cambiamos el menú..jejeje

Llegamos al cuarto sobre el árbol. Miré la cama. Estaba cansada, y después de dos días, me apetecía dormir. Pero no sabía si quería hacerlo. Tampoco deseaba quedarme a solas con mis pensamientos.
Miré a Vedrick.
- ¿Puedo pedirte algo?

-Por favor. No hace falta ni que preguntes. Por supuesto

- ¿Podrías no dejarme sola hoy? No quiero interferir en tu entrenamiento, pero no sé si es bueno que me quede sola... ya sabes - me di golpecitos con el dedo el la cabeza, sonriendo un poco.

-No pensaba irme. Descansa tranquila.

- Gracias - lo besé con suavidad. Después hice que me trajeran algo con agua para lavarme los pies. Me dolían por la carrera, pero sólo me había dado cuenta ahora. Después me acosté en la cama.

- Estoy hecha un asco, ¿verdad?

-No creo que una misera profecía sea capaz de hacerte parecer un asco. Sucederá antes el Apocalipsis que verte hecha un asco

- No lo digo por la profecía. Me he puesto a correr como una loca por el bosque, y sólo ahora me doy cuenta de que voy llena de arañazos y con el pelo lleno de ramitas. Debo parecer una loca o algo así.

-Te estoy diciendo que no. Deberias de escucharme mas atentamente.

- Oh. No estás siendo objetivo. Seguro que si me saliera una verruga de bruja te seguiría pareciendo igual.

-Es muy probable...¿Algun problema? Espero que no

- No, ninguno. Pero creo que tu entrenamiento con Hyouma te está afectando a la vista.

-Eso sin dudarlo. Mis ojos ven cosas que nadie más puede ver. Increible.

- Me alegro de que te lo estés pasando bien.

Sonreí.
-Deberías de descansar. Estas cosas dejan a uno derrotado.