Vhirendärsil

Puse una mano en el hombro de Vedrick, como queriendo prestarle apoyo, pero lo cierto es que yo estaba tan sorprendida como él. Miré al otro Caminante. No parecía muerto, de hecho, su energía era muy grande, aunque no se acercaba a la de Nerhïndwen, también resultaba apabullante. Y provenía de él, no de ningún hechizo.

- Así que tú eres el famoso hijo de Jace - dijo -. Me alegra conocerte y ver en qué te has convertido, Vedrick Beleren.

Me quedé sin aliento. Hyouma, a pesar de tener los ojos cerrados, sonrió. Como si pudiese ver la expresión de sorpresa de mi cara.
-Bueno, supongo que las damas querrán proseguir con sus clases. Ven conmigo Beleren. Nuestro lugar de entrenamiento está algo mas alejado-se levanto e hizo una reverencia.
Con paso vacilante, le seguí.

Me quedé mirando el lugar por el que habían salido hasta que Nerhïndwen me obligó a que prestara atención. Lo intenté durante las dos horas siguientes que siguió la clase, pero mi mente estaba en otro sitio. Estaba totalmente desconcertada.

- No, no, no - me recordaba el elfo cada veinte minutos -. Te estás yendo, Dalayn. Tienes que concentrarte y captar la energía de tu alrededor, de todo lo que te rodea, no de una cosa concreta. Si le quitas toda la energía a un árbol o un animal, éste acabará muriendo. Tienes que quitarle un poco a todos para que el ciclo pueda continuar. Volvamos a intentarlo.

Cada vez los hechizos eran más complicados, y resultaba inevitable coger algo de mi propia energía. Nerhïndwen entrecerraba los ojos.

- Sabes hacer la mayoría de los hechizos, pero ahora el objetivo es que tú no pierdas energía. Debes concentrarte en eso.

- Pero cuando me pongo a recordar el hechizo...

- Pues practica. Todo se trata de la práctica. Ordenaré que coloquen una estantería en vuestro dormitorio. Debes saberte tan bien los hechizos y las palabras hasta que te salgan solos, y concentrarte solo en la energía. Es tu poder, y debes saberlo utilizar correctamente. Volvamos a intentarlo.

Llegamos a un claro, en mitad del denso bosque. Hyouma se sentó en el centro. No había abierto los ojos en ningun momento, pero eso no parecia afectarle lo más minimo.
-El Anciano me ha dicho que quieres aprender a valerte sin necesidad de Saabath
Abrí los ojos sorprendido
-¿Cómo sabes que es Saabath? No se lo he dicho a nadie..
-Oh, venga. Todo el mundo que se precie de estar informado, sabe que posees al mismo elemental de tu padre. Yo mismo estuve en el ritual de inserción.
-Pero si tu estabas...
-Nunca he muerto Vedrick...eso está claro
-Pero entonces...no comprendo.
Sonrio y estuvo un buen rato en silencio.
-Deberias de empezar a apreciar el silencio.
Me quedé callado sin saber que decir
-Jajaja...es una broma. Te lo contaré todo, desde el principio, cuando los demonios invadieron el plano mortal por primera vez

- Bueno, creo que por hoy es suficiente - Nerhïndwen me miró con expresión inescrutable -. Necesitas desenvolverte mejor con los hechizos y procurar siempre tener más energía de la que necesitas. Hagamos eso ahora para terminar, con hechizos sencillos.

-Cuando los demonios aparecieron por primera vez, los magos fueron sorprendido, y rapidamente, sus fuerzas fueron diezmadas. Fue entonces cuando aparecieron los primeros Ocultistas. Eran siete. Los elementales de esos siete humanos...bueno, inturas que son los siete que siempre han formado los Caminantes. Por que los Caminantes siempre han existido
-Si, eso nos dijeron los elementales
-¿Han hablado los elementales? Vaya...eso es una gran noticia...bueno, proseguiré. Los demonios empezaron a retroceder, y veian su caida inminente. Asi que dejaron a unos cuantos demonios en este plano antes de abandonarlo. Estos demonios eran débiles y estuvieron ocultos. Empezaron a absorver la energia de este plano, y cuando se vieron fuertes, abrieron de nuevo las puertas del infierno. Estos demonios eran los llamados Monolitos.
Se tomo una pausa para tomar aire y continuo.
-Los demonios fueron expulsados una vez más. Y esta vez, los Monolitos se pusieron al cuidado de las Torres de Hechiceria...todos menos uno. Lord Karinthos, uno de los líderes de Torre Oscura se quedó uno para el. Durante muchos años estuvo intentando dominar su poder. De hecho, aun lo seguiría intentando, de no ser por que lo tienes en tu interior
-¡¿Que?!....¿Como sabes..?
-Eres muy impaciente Beleren

Al terminar, no me sentía tan casada como esa mañana. De hecho, me sentía perfectamente bien, y el único cansancio era mental, producido por la concentración y la preocupación.

Quería ir a ver a Vedrick, pero no sabía dónde encontrarlo, y tampoco quería interrumpirlo. Pregunté dónde estaban los baños y me señalaron el lugar. El agua estaba caliente y me relajó bastante, pero no ayudó a disminuir la tensión. Al enjabonarme, observé la fina línea oscura que iba desde la base del cuello al hombro. Era el símbolo de que ahora era una Ocultista. Dejé que el agua dejara de moverse, y vi que la cicatriz también descendía haciendo curvas hasta la base de la espalda. Con un movimiento de la mano, borre la imagen y salí a vestirme.

Una elfa se me acercó y me dio una fina túnica de lino blanco. Dijo que Nerhïndwen había dicho que me proporcionaran ropa limpia, a mí y a Vedrick. Le di las gracias en élfico, y dejé que se marchara.

-El caso es que en nuestra época, Torre Oscura había cometido muchas barbaridades con las razas del continente. No sabiamos por que lo hacian, ahora se que era para adueñarse de los conocimientos de esas razas. Karinthos quería cualquier información que le permitiese controlar a los Monolitos. Si se hacía con el poder de estos, podría enviar a los demonios contra los hechiceros. Ganase el bando que ganase, el que saliera victorioso estaría diezmado y agotado. Entonces Karinthos y sus hombres los eliminarian y se harían con el control de la magia en el continente. Serían los unicos con capacidad para usarla. Imaginate. Pero por aquel entonces...ay, nosotros no lo sabiamos. Nos pensabamos lanzar contra Torre Oscura para eliminar a Karinthos, y a Jace se le ocurrió que tal vez fuese peligroso-sonrio ante el recuerdo-asi que pensó en crear nuevas armas. Los unicos que podrían forjar armas con poder de verdad eran los elfos...pero claro, convencerlos era algo dificil. Asi que yo me entregué como moneda de cambio. Nadie se lo esperaba, pero el Anciano, en cuanto aceptó me dijo que no me podría mover de aquí. Yo había jurado servirles, asi que no me quedó más remedio que quedarme.
Los demás marcharon contra Torre Oscura, armados con sus nuevas Longuirus...la verdad es que eran unas armas maravillosas, pero sirvieron de poco. El Monolito de Karinthos resultó tener mucho poder. Cuatro Caminantes murieron. Yo tampoco podría volver con ellos, asi que solo quedaban dos. Uno era tu padre, el otro era el dueño del elemental de sombra.
Hyouma se humedeció la boca.
-Jace sabía que su caida era inmediata. Afortunadamente salieron de Torre Oscura, y habían conseguido neutralizar temporalmente al Monolito. Kharintos debía de estar furioso. Me lo estoy imaginando. Jace le dió las nuevas Longuirus a un enano forjador...no recuerdo a quien-yo si lo recordaba, por que había hecho un trato con el para recuperarlas. Seguí escuchandol-así, estas lanzas permanecerian a salvo.
Jace estaba desmoralizado, y además, no sabía que hacer con el Monolito. Por aquel entonces, Jace se había enamorado de una prostituta, y la había dejado embarazada. Eso si, le había comprado una casa y la mantenía. No se que se le pasaría por la cabeza para hacer algo asi...en fin. Jace vino a verme. Nadie se enteró. Te trajo a ti. Apenas tendrías unos meses. Me dijo que quería meter al Monolito dentro de ti. Así estaría a salvo. Yo le dije que sería peligroso, pero el no me escuchó. Había adquirido un libro, seguramente se lo dió aquel enano como pago por las Longuirus. En ese libro había hechizos antiguos. No se como sobrevisviste. Jace entregó su vida para poder meter el espíritu del Monolito dentro de ti. Pero algo salió mal, y Saabath entró tambien. Supongo que ni siquiera el todo poderoso Saabath sabrá que ocurrió. Estuviste como muerto una semana entera.

Me dirigí en silencio hasta el salón. Empezaba a anochecer, y los elfos se movían en silencio y apenas los distinguía entre los árboles. Percibí un movimiento a mi derecha y me giré para ver de qué se trataba. El movimiento no volvió a repetirse, e iba a volverme de nuevo cuando una rama, algo más lejos, volvió a moverse. Me acerqué con cuidado y miré alrededor. Allí no había nadie. Di un paso atrás y casi grito al ver un pequeño ser humanoide delante de mí. Apenas me llegaba a la rodilla, y sus ojos brillaban en la penumbra del atardecer.

- Tuya es la Bendición y tuya la Maldición. Ten cuidado con lo que acecha en el bosque, hija de la luz.

Iba a contestar, pero el duende se escabulló entre el matorral.

- ¡Espera!

Lo seguí un trecho, hasta que perdí su rastro. Quería seguirlo, pero no pensaba que el bosque fuera un buen sitio para perderse de noche. Además, Vedrick era más importante. Ya vería qué había querido decir aquel ser.

Desanduve el camino y fui hacia el salón, con el corazón todavía latiendo deprisa por el sobresalto.

Estuve al menos un cuarto de hora en silencio. Al fin hablé.
-Asi que mi padre fue....pero entonces...¿Como fui aceptado en los Ocultistas? No fueron ellos los que me fusionaron con Saabath.
-Bueno, yo te envié con el antiguo mentor de Jace. Sabía que el era de confianza. Le dije que te adiestrase especialmente para combatir a otros Ocultistas...el lo arregló todo para que entrases en la Orden...ahora..bueno, creo que es mejor que vayas a dormir. Mañana ven al amancer aquí. Empezaremos el entrenamiento.
Asentí y me fui.

Apenas comí nada. Vedrick no acudió. No dejaba de darle vueltas a las palabras del duendecillo. Intenté alejar eso de mi cabeza, pero los elfos no daban demasiada conversación. Así que me levanté pronto y acudí al dormitorio. Vedrick ya estaba allí.

- ¿Cómo estás? ¿Ha ido todo bien?

-No se que decirte...estoy algo aturullado-y le empecé a contar todo lo que me había dicho Hyouma

Cuando terminé, me quedé mirándolo un buen rato. No sabía qué decirle. Yo estaba tan sorprendida como él.

- Entonces... ¿qué va a pasar ahora? Necesitamos a todos los Caminantes... Y además, si Hyouma tuvo q sacrificarse por las Longuirus... ¿qué nos pedirán a nosotros por los conocimientos que hemos pedido?

-No lo sé. Nisiquiera había pensado en eso. Estoy cansado...me voy a la cama-me di cuenta de lo tonto del comentario, por que ella sabia de sobra que yo no solia dormir. Pero aun asi, me fui

Observé cómo se metía en la cama, pero no lo acompañé. Salí al balcón y me senté, disfrutando de la brisa. El cielo estaba cubierto de nubes. No tenía sueño, sólo quería descansar la mente. Intenté descifrar el sonido del aire, las palabras que escondía, pero lo único que conseguí fue recordar una y otra vez las palabras del duende. Algo había en aquel bosque. De repente, me sentí inquieta al estar ahí afuera y volví dentro, cerrando la abertura. Encendí una vela y cojí uno de los libros que me había dejado Nerhïndwen, como había prometido. Lo abrí y empecé a echarle un vistazo, sin dejar de pensar en el precio que habría que pagar por él.

No paraba de pensar en la historia que me había contado Hyouma. Le daba vueltas por todos los lados...yo era el resultado de la lucha que habían tenido. Estuve toda la noche en la misma postura. Cuando amaneció me levante.
-Me voy Dalayn. Nos vemos luego-salí de allí para reunirme con Hyouma.

Observé cómo desaparecía por la puerta. Me hubiera gustado tranquilizarlo un poco, pero yo no estaba en esos momentos como para ello, cuando ni yo misma estaba tranquila. Todavía quedaban unas horas para reunirme con Nerhïndwen, así que dejé el libro y salí a la espesura del bosque, a ver si podía encontrar algún rastro del duendecillo de anoche.

Llegué al claro del dia anterior. Allí estaba el, con los ojos cerrados.
-Buenos dias ¿Preparado para la primera lección? Se por experiencia que en el grupo vas a ser el encargado de la defensa. Tu padre y yo nos encargabamos de ello, pero como es muy posible que yo no esté, tu tendrás que sustituirme. Te enseñaré el arte defensivo más eficaz que haya existido jamás. Es un arte ocular. Por eso, primero te enseñaré a ver sin ver...si el enemigo conoce tus capacidades, tus ojos seran su primer objetivo. Necesitas poder defenderte sin ver-se levantó, se dirigió hacia mi y me vendó los ojos-ahora sigueme, daremos una vuelta por el bosque. Espero no estar con esto mas de dos o tres dias, asi que intenta esforzarte.

Me interné entre los árboles, intentando recordar por dónde se había ido aquel ser. Al rato de estar dando vueltas, me paré un instante a pensar e intentar ubicarme, hasta que una voz sonó a mis espaldas.

- ¿Tan rápido intentas huir, asesina? No conseguirás salir de aquí...

Me giré y encontré a Jein con su sonrisa maligna a mis espaldas.

- No estaba huyendo.

- ¿Ah, no? ¿Entonces qué es lo que haces aquí en medio, tú sola?

- Eso no es de tu incumbencia.

- Claro que lo es. Debo ser tu sombra, ¿recuerdas?

- No tienes por qué serlo. Puedes ir por tu cuenta y disfrutar de esto. No voy a escaparme.

- Eso ya lo veremos.

Intenté seguir caminando, pero Jein me seguía a todos lados, y al final renuncié. No iba a contarle nada. Regresamos al pequeño claro donde estaban las casas de los elfos y me fui a desayunar, enfadada.

Ya era la quinta vez que me caia. Al principio todo iba bien. Caminar por tierra firme a ciegas no era nada de dificil, con un poco de concentración podía detectar piedras, raices y otros obstaculos que me rodeaban. Pero ahora ibamos por las copas de los arboles. Saltar a ciegas al vacío no era tan sencillo. Intentaba seguir el sonido de Hyouma, pero era imposible. No sabía como lo hacía, pero no emitía sonido alguno. Así que me tenía apañar solo. Me había dicho que siguiese rumbo al norte. Y eso hacía, pero ya estaba algo magullado.
Me incorporé. Me iba a volver a subir al arbol, pero una mano se apoyo en mi hombro.
-Así no lo conseguirás nunca. Piensa en la naturaleza. Ella siempre tiene solución para todo-la voz de Hyouma sonaba solemne. Asentí aunque no sabía lo que quería decir.

Aquel día, Nerhïndwen me dijo lo que haríamos cada día. Por la mañana repasaríamos y mejoraríamos lo del día anterior, además de dedicarnos al lenguaje antiguo. Así que intenté recordar la lección de ayer y ponerme manos a la obra.

Al cabo de dos horas ya saltaba felizmente a ciegas. Todo había sido relativamente sencillo. En cuanto comprendí el significado de las palabras de Hyouma.
En la naturaleza, los animales ciegos se podian desplazar con normalidad. Pensé en un mucielago. Alguno alquimistas habían escrito sobre ello. Emitían sonidos inaudibles para el resto de oidos, y estos sonidos rebotaban y regresaban al mucielago. Yo hice lo mismo, pero con energía. Emití energía a mi alrededor, ayundandome de la leccíon que había aprendido del elfo hacía dos dias. Aprovechando algo de energía del ambiente, apenas consumía nada. Y cuando la energía regresaba a mi, era capaz de "ver" lo que había delante de mí.
Hyouma me había felicitado fervorosamente. Ahora solo tenía que pulir al técnica

- Bien, vas bien. Con la práctica irás mejorando. Ahora lo siguiente es que puedas hacer lo mismo, pero mientras luchas. Toma.

Me lanzó la Longuirus, y yo me la quedé mirando unos instantes.

- No has luchado nunca con ella, ¿verdad?

Negué con la cabeza.

- Ackazoe lo hizo, pero no sé si yo podré hacerlo.

- Al parecer, tu elemental ha estado en otros cuerpos antes que en el tuyo. Sabe manejar Longuirus. Mmm... quizá deberías aprender con Hyouma. Está bien, coje las espadas. Tus armas mágicas son más importantes que el filo que lleves.

- ¿Tengo que luchar contra ti?

- No, contra mí no. Lo harás con Jein, que al parecer tiene una técnica excelente.

Miré a la dríade. Ella me miraba con los ojos brillantes. Sabía que me mataría a la primera oportunidad.

-Eres bueno. Aprendes deprisa. Eres un alumno digno Beleren-le seguía con los ojos vendados a través del bosque-tu padre era igual. No tadaba mucho en aprender. Ahora iremos con algo más dificil...a ver si captas con velocidad los movimientos-noté como se paraba en seco, esperandome. Giraba y...empezaba atacarme. Por desgracia todos sus movimientos los recibia con retraso, y la mayoria impactaba.

Me preparé con una espada en cada mano. Jein tenía algo parecido.

- No os paséis con los hechizos - nos advirtió Nerhïndwen.

Salimos al exterior, al pequeño claro. La túnica de lino no era muy apropiada para luchar, así que le pedí permiso al elfo para poder cortarla. Me enseñó cómo hacerlo con magia, y en pocos segundos estuve lista.

Nerhïndwen dio el aviso para que pudiéramos empezar, y Jein se lanzó hacia mí con una furia sibilante. Paré la primera estocada con dificultad, retrocediendo para frenarla. Me sorprendió tanto el odio que emanaba cada uno de sus golpes que me costó volver al presente. Cuando lo hice, vi que una rama se aproximaba peligrosamente a mi pie. Sin dejar de mover las espadas, realicé un contrahechizo y me lancé al ataque.