Vhirendärsil

-Pues con magia, está claro-di un salto a un árbol y despues otro salto aun mas alto para alzarme por encima del bosque. Canalicé mi energía y no caí, sino que me quedé suspendido en el aire-vamos Dalayn

- No sé hacer eso. Todavía no he llegado a ese punto de mi entrenamiento - le grité desde abajo.

-¿Que entrenamiento? Venga...solo necesitas concentrarte.

Moví la energía bajo mis pies. En pocos segundos, me encontré suspendida junto a él.

- Cierto, no es tan complicado como parecía.

-Lo malo es que no sirve para viajes largos...vamos a ello.

Avanzamos muy rápido, pero lo cierto es que tenía que concentrarme bastante para mantener mi propia energía. Cuando llegamos al mar, eso empezó a ser más complicado.

- Espero que la isla no esté muy lejos.

-No te preocupes...aguantarás..y si no-la señalé con una mano-Kokujou-los hilos de energía se enredaron en su brazo-no te preocupes, no te cortarán. Pero si te caes, te mantendré conmigo

- Tranquilo, intentaré no caerme.

El mar estaba a muchos metros por debajo de nosotros. Pero sin embargo, era una gran fuente de energía. Lejana, pero grande. Eso me hizo aguantar todo el camino, aunque cuando llegamos a la otra orilla, tuve que parar a recuperar fuerzas.

-¿Estas bien? En cuanto liberemos a tu elemental, estas cosas no te costarán tanto

- Por supuesto. Los elementales son fuentes inagotables de energía, más si se encuentran en su elemento. Pero es algo de lo que yo todavía carezco. Enseguida me restableceré.

Allí la vegetación no era tan densa, pero la hierba era más alta. También había mucha energía, así que no tardé en recuperarme.

- No he traído nada para cazar.

-Oh, venga ya. No necesitas nada...solo imaginación.

- No tengo buenas experiencias con quitar la energía a las cosas así como así. Digamos que es una especie de trauma.

-No se trata de quitar energía...puedes hacer cualquier hechizo.

- Oh, es más divertido con arco.

Con unas palabras, un arco y un carcaj repleto de flechas apareció en mis manos.

- Antes hemos dicho que echábamos de menos los viejos tiempos. Bien, lo haré a mi manera.

-Yo siempre he cazado igual...con magia

- Vale, pues tú a lo tuyo y yo a lo mío. A ver quién gana.

Eché a correr con el arco en la mano y el carcaj a la espalda. Con ayuda de la magia subí a un árbol y me fui desplazando, buscando una presa.

-No sabia que esto fuera una competición...en fin-me interné en el bosque.

Al principio lo único que hayaba era pequeños animales. Pero buscaba algo mas grande, así que los dejé a un lado y seguí buscando. Media hora después, divisé un cervatillo de tamaño mediano pastando entre dos árboles. Alcé el arco, apunté y disparé, pero erré el tiro por unos centímetros y la flecha se clavó en el tronco. El animal se alarmó y salió corriendo de allí. Con una mueca de contrariedad, bajé del árbol y lo seguí a todo correr, recuperando la flecha. Era fortificante el ejercicio, y mucho más divertido que hacerlo todo con magia. Era como volver a ser normal. Casi me parecía ver a Ryan apareciendo detrás de cualquier arbusto, entorpeciéndome el paso y haciéndome perder la presa. De hecho, estaba tan sumida en esos pensamientos, que se me olvidó seguir el rastro del ciervo y me encontré corriendo sin rumbo fijo, así que ahora tenía que volver a empezar.

Caminaba con calma por el bosque. Hacía mucho que no hacia nada tan banal como cazar. Pero ya que estabamos esperaba que fuese un reto, asi que me dediqué a buscar algun bicho peligroso.

Seguí caminando un buen rato, sin encontrar nada que mereciera la pena. Hasta que vi un lobo a lo lejos. Me acerqué con sigilo, apunté y disparé, pero el animal se movió en el último instante y la flecha se clavó en el suelo. El lobo olisqueó y se dirigió corriendo hacia mí. Yo ya había vuelto a poner una flecha en el arco, pero ésta se le clavó en un hombro y no detuvo su avance. Tiré el arco a un lado, y desenfundé la daga de la bota. Ahora tocaba divertirse.

Ciervos, conejos, pájaros. No había presas de interés. Continué deambulando hasta encontrar un enorme jabalí. Eso si se podía considerar una presa interesante.

El lobo se abalanzó sobre mí, y yo giré gusto a tiempo para evitar sus garras. Salté de un lado a otro, interponiendo siempre la daga entre los dos. El joven animal enseñaba sus dientes y daba zarpazos por doquier, mientras yo trataba de esquivarlos y buscar un punto donde atacar. Girábamos y dábamos vueltas entre los árboles, hasta que tropecé con una rama y caí al suelo. El lobo no desaprovechó la oportunidad y se tiró sobre mí. Rodé por el suelo pero no pude evitar que las fuertes garras me desgarraran la piel de la pierna antes de que la daga le abriera un corte en el lomo.

El animal aulló y volvió a correr hacia mí, pero yo cogí impulso contra un árbol y salté detrás de él. Antes de que pudiera darse la vuelta para atacar de nuevo, le lancé la daga, que se clavó en su costado. Aulló de nuevo, pero esta vez con un sonido lastimero y alarmante. Sin embargo, siguió avanzando hacia mí, mientras su sangre se desparramaba por el suelo. Sin más protección, eché a correr delante de él todo lo rápido que me permitía la pierna, hasta que percibí que no me seguía y su energía se apagaba poco a poco. Regresé junto a él y lo encontré echado en el suelo, ya moribundo. Extraje la energía que le quedaba, devolviéndola a la tierra, y el lobo quedó inmóvil.

Decidí no hacer nada y seguir paseando. Al cabo de un rato me subí a un árbol y me quedé mirando el cielo

Le arranqué la daga y la sangre manó, desparramándose por el suelo. Con mis recién aprendidos conocimientos me sané la herida de la pierna, aunque al terminar se quedó una pequeña cicatriz rosa signo de lo que había ocurrido. Después empecé a despellejar al animal. Al cabo de un buen rato, percibí que no me encontraba sola. Según la energía que había a mi alrededor, detrás de los árboles se agazapaban varios animales que habrían venido al olor de la sangre. Intenté ver de qué clase se trataba, pero o bien todavía no estaba lo suficientemente entrenada como para distinguirlos, o eran una clase de animal que no conocía. Mientras permanecieran ahí detrás, seguiría a lo mío.

Pero al cabo de varios minutos, estaba claro que no iban a quedarse tras los árboles. Uno de ellos avanzó y se internó en mi campo visual. Era una araña gigante, más o menos de mi tamaño. Supuse que los demás invitados también serían de la misma especie. Me puse en pie con la mayor celeridad posible, enarbolando la daga. El bicho alzó sus patas hacia mí, retándome. No me moví de mi sitio. A continuación, otra araña más salió de la espesura. Sabía que podría matarlas a todas con solo desearlo, pero si había aprendido algo en ese tiempo era la moderación. La naturaleza debía seguir su curso habitual, y sólo en ocasiones extremas debía modificarse. Aquella no era una situación extrema, no en mi caso. Podría huir y hacer que me perdieran la pista fácilmente. Sólo tenía que salir del círculo que aquellos animales habían formado a mi alrededor. Todavía con la daga en alto, me preparé para ello.

Bostecé.
Allí se estaba genial. La temperatura era ideónea y el cielo nocturno estaba despejado. Suspiré. La soledad era relajante.