El Ojo de Zafiro

Salimos del cuarto.
-Vayamos a ver al enanon gruñon

Cuando llegamos, Rocky no estaba en su despacho. En cambio, estaba Angy.

- ¡Hola, Dalayn!
- Hola, Angy. ¿Está tu padre disponible?
- Eh... sí, voy a llamarlo. Por cierto, Eloryën me pidió que te dijera que tu amigo... esto... Xavheri. Que se ha marchado ya y que tu yegua... Mina... Mira... bueno, en fin, tu yegua, que está en los establos.
- Gracias, Angy. De verdad te lo agradezco.
- No hay de qué - dijo con voz despreocupada -. ¿Le digo que él también está aquí?

Señaló a Vedrick y supe que ya lo había visto. Qué bien. Todo el mundo lo había visto antes que yo. Asentí ligeramente y la enana se marchó.

Cuando el enano llego me miro un rato.
-Toma-me dio una cajita-te aconsejo que te vayas cuanto antes....la gente esta mosqueada contigo
-¿no me digas?-abri la caja-gracias Rocky

Miré por encima de su hombro para ver qué había en el interior, pero no conseguí distinguirlo, así que me guardé la curiosidad para luego. Angy se acercó y me tendió algo envuelto.

- Era de Drezan. Me lo dejó para que aprendiera a controlar la magia del fuego, pero creo que ya he aprendido todo. No necesito mucho para los metales - miró a su padre, y luego añadió en voz baja -. En realidad, a mi padre no le gusta la magia, pero bueno...
- ¿No eres demasiado pequeña para jugar con magia? - pregunté con una sonrisa.
- De eso nada - se cruzó de brazos - Tengo 31 años.
- Entonces perdona, estás hecha toda una mujercita - mi sonrisa se ensanchó.
Ella asintió.
- No hago más que decírselo a mi padre, pero él sigue tratándome como si fuera una niña.
- Gracias, Angy - acepté el regalo entre risas. Pobrecita. Pasaba mucho tiempo entre humanos.
- No hay de qué. Por cierto, ten cuidado con los brazaletes.
Reí y le sacudí el pelo mientras volvía a desaparecer. En cierto modo, me recordaba a mi sobrino, aunque él nunca podría llegar a ser así.

Miré a Vedrick para ver si nos íbamos.

Sali de alli.
-Adios.

Seguí a Vedrick afuera. Lo abracé por detrás, besándole el cuello.

- Sabes que me muero de la curiosidad, ¿verdad?

OFF: ¿Qué tal ha ido?

Off: Mal, ha ido mal.....

ON:
-Me imagino que si-sonrei. Abri la caja. Habia 6 plumas de distintos colores. 6 longuirus distintas

- ¿Para qué...? - empecé, pero enseguida cerré la boca, no fuera que alguien estuviera escuchando.

OFF: Me llegaron los jamones ^^

-Ya te contare.....ya te contare.

Off: Bien no??

Lo seguí por las pasarelas.

OFF: considerando que los tengo dos semanas antes de lo esperado, sí ^^

Off: Bueno.....tan poco es para tanto.....

ON:
-¿Tienes algo que hacer aqui?....¿O nos podemos largar ya?

OFF: ¿es que te he dicho yo algo? si me da igual antes que después ^^

- Pues... necesitaría unas botas... Por aquí se anda bien descalza, pero no sé yo por la campiña...

-Razon tienes...¿Necesitas ayuda para encontrar unas?

Negué con la cabeza.

- Espero que haya alguien por aquí que tenga unas de sobra, o algo parecido... preguntaré en la sala de entrenamiento.

-Muy bien.....te acompaño

Torcí por una de las pasarelas y en pocos minutos estuvimos en la sala. Era una caverna grande, con una gran puerta al fondo, y el sonido de acero contra acero invadía la estancia. Un elfo se acercó a mí.

- Vaya, hoy llegas más tarde. Eloryen me dijo que tenías compañía. Pero no creo que él pueda entrenar aquí - dijo, con un deje de desprecio. Al parecer, los Argemt no se llevaban muy bien con los Ocultistas.

- No he venido a entrenar, Árvalem. He venido a pedirte un favor.

- Dime.

- Necesito unas botas. Me voy.

- Hmmm... supongo que lo harías tarde o temprano. Ayer los enanos hicieron un barrido de la zona inferior. Al parecer, alguien estuvo perturbando las inmediaciones. Encontraron tus botas. Estaban semienterradas en la arena. Cuando salgas puedes pedírselas a ellos, antes de que las tiren - añadió con una sonrisa.

- Gracias, entonces.

- De nada. Y que te vaya bien en tu viaje.

Le mire con desprecio y me fui con Dalayn.

-Menuda escoria...

Me volví hacia él.
- ¿Qué os pasa a los unos con los otros? Primero Eloryen, ahora Árvalem... ¿algún problema con los elfos?

-No con los elfos.....solo con estos buscadores de metales. Siempre creyendose superiores, capaces de utilizar a los demas como meras herramientas....

- Bueno, en últimas instancias, no son los únicos que utilizan a los demás como meras herramientas.

-Lo se-sonrei perverso-pero eso va a cambiar pronto...muy pronto.

Alcé una ceja.

- En fin, voy a por mis cosas... y luego iré a por mis botas. Si es que todavía están disponibles...

-Muy bien....te espero fuera de este lugar....

Me apresuré a recoger las cosas y a meterlas a la bolsa. Caminé hacia la cueva de salida, donde bullía una fuerte actividad. Alguien se acercó a mí corriendo.

- ¿No pensabas despedirte?
Era Angy. Le sonreí.
- Esperaba hacerlo. Sobre todo de ti.
- Te olvidas tus botas. Árvalem me mandó llamar.
- La chica de los recados, ¿eh? Gracias - cogí las botas y me las puse.
- ¿Por qué las dejaste por ahí tiradas?
- Problemas de mi cabeza... - contesté, intentando evitar el tema y los recuerdos. A pesar de que en términos enanos todavía era una niña, Angy comprendió que no deseaba hablar de aquello.
- ¿Volveremos a vernos?
- Espero volver a verte. Pero no sé si eso podrá suceder.
- Bueno, siempre puedes venir a visitarme. Te haré un collar bonito cuando mi padre me deje manejar los metales. Por cierto, ¿quieres que te baje a tu yegua?
- ¡Minäresse! - recordé. La había olvidado por completo -. Sí, por favor.
- Entonces nos vemos al pie de la montaña. ¡Hasta ahora!
Angy dio media vuelta y desapareció entre los demás.

Yo salí de allí sin despedirme de nadie más. No sabía si debería hacerlo o no. Todavía no me quedaban claras muchas cosas sobre Eloryen y los Argemt.

Me reuní con Vedrick en la salida, en lo alto de la montaña

-BIen..........nos vamos