[Tierras del Ocaso] Casa de Drezan

Taern y yo nos tiramos toda la noche hablando. Cuando amanecio, fui a avisar a Dalayn.

Me desperté entre bostezos, escondiéndome entre las sábanas.

- Todavía es temprano... dejadme un rato más, anda...

Aparecí entre las sábanas con una muestra de disgusto.

- Hay que ver lo madrugador que eres.

Sonrei.
-Madrugar no es tan malo como dice la gente....anda....vayamos a buscar a Drezan.

- No, no es tan malo. Es peor. No he dormido casi nada.

Aparté las sábanas y me vestí deprisa, con una ropa adecuada para ir de viaje, sobre todo al norte. Agarré mis cosas y bajamos. Drezan ya nos esperaba allí.

- Tendremos que ir al Abismo a realizar el hechizo. Ya está todo listo. El camino es algo largo. De todas maneras, tengo que hacer una visita antes de irnos.

Carraspee.
-Eh, Drezan.....yo necesito una capa....no puedo ir sin ella por ahi. Es algo psicologico...necesito estar encapuchado

- Oh, claro, claro... espera... -dio dos patadas en el suelo, y después se acercó a un armario, del que sacó una capa negra y larga. Se la tendió a Vedrick -. Creo que esta estaría bien, ¿no te parece?

Asenti.
-Un color muy apropiado-me la puse. Era ligera-bueno, pues cuando querais.

Drezan salió por la puerta seguido de nosotros. Anduvimos por las calles hacia la salida. Me extrañó ver tanta gente fuera. Algunos nos miraban pasar desde los balcones, otros estaban en las puertas. Había muchos niños, más grandes, más pequeños, pero todos condenados a permanecer dentro de la ciudad si es que poseían alguno de los dones.

Seguí andando tras los demás, hasta que noté a alguien que sujetaba mi pierna. Al darme la vuelta, me encontré a un muchachito, no tendría más de tres o cuatro años. Me arrodillé a su lado y lo cogí en brazos, sonriendo.

- Hola, guapo, ¿cómo te llamas?

- Yiurke – me respondió el niño. Tenía el pelo negro y ensortijado y una carita de angelito que hubiera enternecido a cualquier demonio.

- ¿Y qué haces aquí, Yiurke? ¿Dónde está tu mamá?

El niño señaló con un dedo hacia una ventana que permanecía con las cortinas echadas, aunque pude vislumbrar una silueta tras ellas.

- Mamá dice que tú eres esperanza – me dijo.

- ¿Esperanza?

El niño asintió.

- Mamá dice que tú eres la liberación y la esperanza. ¿Por eso te vas?

- No, cielo, no me voy por eso. Pero no entiendo lo que quieres decir. ¿Qué significa eso de que soy la lib…?

Una mujer me arrebató al niño de los brazos. Sería su madre. Llevaba un paquete en la mano.

- Perdona al niño, siempre está incordiando.

- Oh, no pasa nada, no estaba molestando. Pero me ha dicho que…

- Será mejor que te vayas. Tus amigos tienen prisa – me tendió el paquete -. Toma, son muy energéticos. Seguro que os vendrán bien. Que los dioses te bendigan.

Y dicho eso dio media vuelta y se metió en su casa. Yo me quedé en medio de la calle con cara de tonta, sin saber qué pensar o qué decir. Había algo que se escapaba a mi razón. Eché a andar de nuevo, dispuesta a preguntárselo a Drezan en cuanto llegáramos al Abismo, pues éste había entrado ahora en una casa, aunque no tardó demasiado en salir.

Nunca me habian gustado los acertijos. Y aqui tenia uno mas.
"¿Que tal llevas eso, Sabaath?"
"Bien, bien...pronto no habra problemas"
"¿Has oido eso de la esperanza?"
"Es un niño..no hay que darle mas vueltas"
"Y una mierda...para llevar tanto tiempo en este mundo, no te enteras de nada"
"Callate, no sea que la tengamos"

Al cabo de unos minutos salimos de la ciudad. Un basto desierto se extendía sobre nosotros. Al cabo de un rato, el desierto acababa súbitamente, aunque se extendía más allá de una gran abertura cuyo fondo no se veía, negra y oscura como boca de lobo. Habíamos llegado al Abismo.

- Drezan... ese niño... el que he cogido antes...

- Sí, es el hijo de una amiga mía. Hace unos pastelillos deliciosos. ¿Qué pasa con el niño?

- Me dijo algo muy extraño. Que yo era la liberación... y la esperanza. ¿Sabes algo de eso?

Drezan pareció dudar. y calló unos instantes.

- No, no sé nada - dijo escuetamente -. Serán cosas de niños. Bien, ahora necesito concentración. Cuando os lo diga, agarráos todos a mí, ¿de acuerdo? Vamos allá

Observe mi entorno y espere la señal de Drezan.

A un ligero movimiento de su mano, los tres nos acercamos y agarramos su túnica. En ese momento, sentí un ligero temblor de tierra. Cuando el movimiento cesó, me obligué a abrir los ojos. El paisaje había cambiado radicalmente. Era todo de un color asombrosamente verde, y un río de aguas cristalinas discurría a nuestro lado. Era precioso

Off: Crea un tema nuevo...tu sabras donde estamos.

Off: Necesito un subforo nuevo, luego le diré a Dany que lo cree y pase el tema...

Off: OK


-¿Hasta donde nos has traido, Drezan?

Di un paso y caí sobre la cama. Estaba totalmente exhausta. No pude evitar cerrar los ojos. La conexión con Julien fue casi inmediata.

- Estoy en casa de Drezan. ¿y vosotros?
- Lo trasladamos a mi casa. Enviaré a alguien a por ti para guiarte.
- Sí, por favor.

Traté de mantener la consciencia, pero no me quedaban fuerzas y no había nada a mi alrededor de donde sacarlas. Me quedé dormida.

Alguien me despertó. Abrí los ojos con irritante lentitud, apensa conseguía enfocar la imagen. Al parecer, quería ayudarme a levantarme. Al tocarme el brazo sentí su energía y la absorbí sin pensarlo. Cuando ya me encontraba lo suficientemente bien para andar por mi propio pie, me separé de ella. La reconocí como la mujer que salió a despedirnos la vez que estuvimos allí. Me sonrió y me señaló para que la siguiera.

La casa de Julien no estaba muy lejos. Había varias personas en el salón, pero no reconocí a ninguna. Subimos directamente a la segunda planta. Drezan estaba tumbado sobre la cama, extremadamente pálido y demacrado, inmóvil y con los ojos cerrados. Temí haber llegado demasiado tarde, pero Julien me tranquilizó tocándome el hombro con suavidad.

- Tranquila, sigue vivo.

Me senté a su lado y le cogí una mano, llena de arrugas. Parecía haber envejecido veinte años en apenas dos meses. No quise forzarlo, así que esperé hasta que despertara.

Pasaron muchos minutos hasta que Drezan abrió los ojos.

- ¿Dalayn? – consiguió articular.
- Aquí estoy – le apreté la mano -. ¿Cómo te encuentras?
- Bueno, creo que esto es lo peor que me ha pasado hasta ahora… pero me repondré, no te preocupes.
- Claro que sí…
- No… lo dices muy convencida, ¿eh? – sonrió con debilidad. Ladeé la cabeza. No quería que viera mi compasión. Siempre había pensado que aquella no era la forma más digna de morir para alguien que ha pasado toda su vida luchando -. Tranquila, pequeña, todo va a salir bien.
- Todavía me queda mucho que aprender.
- No tanto como imaginas… aprendes rápido. Julien te seguirá instruyendo poco a poco, él puede enseñarte ahora mucho más que yo. No me echarás de menos.
- No vas a morirte – más que una afirmación, era una súplica.
- Pequeña, ambos sabemos que no se puede vencer a la muerte. Puedes retrasarla cuanto quieras, pero al final acaba llegando, ¿no es cierto? – Drezan tuvo un repentino ataque de tos, y Julien acudió inmediatamente a su lado con una toalla. Al quitarla, estaba manchada de sangre -. No me queda mucho… y hay cosas que debemos aclarar.
- No hay nada que aclarar, además, no puedes morirte. Eres la única familia que me queda y…
- Shhh, deja ya de contradecirme, déjame que ejerza por una vez mi labor. Respecto a eso quería hablar – volvió a toser, pero esta vez más débilmente -. No he sabido cómo decírtelo antes, pero es ahora o nunca. Yo… - un nuevo ataque, más prolongado. Sentía a Drezan cada vez más débil. Dudaba que pudiera acabar de hablar.
- No te esfuerces, luego me lo podrás decir, cuando estés mejor. Descansa ahora.
- No… la próxima vez que descanse será ya para siempre – sus palabras eran apenas un susurro -, junto a tu madre… Le daré recuerdos tuyos, seguro que se alegra… Siento que esto tenga que terminar así, hay tan poco tiempo…
- No digas eso – las lágrimas asaltaron mis ojos -. Has hecho todo lo que has podido. Me basta con eso.
- No, con eso no basta… Te he mentido, Dalayn. Te he mentido. Tú… no eres la última criatura a la que tu madre dio a luz – mi cara pasó del dolor a la sorpresa -. Ella… tuvo un bebé más, aunque nunca lo supo. Quedó inconsciente tras alumbrarte… fue un niño… - la voz de Drezan se volvía más y más débil -. Yo quise separarlo, evitar que estuviera a tu lado para así poder salvarlo de la profecía, pero…
- Pero ¿qué?

Drezan no contestaba, me sumí inmediatamente en un trance.

- Pero ¿qué? –repetí en su mente.
- Pero… tu padre no quiso… él quería criarlo… después de todo, tendría que tener alguna compensación… lo dejé… dejé que muriera… por mi culpa…
- No, eso no es cierto. Además, yo nunca he tenido un hermano. De haberlo tenido, mi padre no me hubiera educado a mí así…
- Te educó para protegerte, a su manera… no se fiaba ya de la magia… no sé cómo presentaría al niño… pero fui yo quien le puso nombre…
- ¿Cómo? ¿Cómo se llamaba?
- Yo lo dejé… el niño…
- Sí, padre, el niño, ¿cómo se llamaba?
- Su nombre… mi hijo…
Pero su voz murió ahí, no había nada más.

- Drezan… ¡Drezan! ¡Padre! ¡No puedes morirte! ¡No puedes dejarme así! ¡Padre! – sin darme cuenta, había empezado a dar voces en la habitación -. ¡Tienes que decírmelo! ¿Quién era? ¿Quién? ¡Drezan!
- Déjalo, Dalayn. Ya no va a contestarte – Julien me cogió por detrás, intentando calmarme.
- ¡No! ¡Él tenía que decirme algo! ¡Tenía que decirme el nombre de mi hermano!
- Ya le dije que no estaba bien remover la memoria de los muertos… es mejor que lo dejes y todo quede ahí.
- ¡No! ¡Me da igual que esté muerto! ¡Necesito saber quién era! ¡Tú sabes quién es! ¡Dímelo!
Julien guardó silencio.
- ¿Por qué no me lo dices? ¿Quién era? Julien, sólo necesito su nombre, ¡dime quién era!
Él se limitó a desviar la mirada.
- ¿Por qué no quieres contármelo? No puede ser tan malo, seguro que no… - me callé. Una verdad cayó sobre mí de repente. Sí, podía ser tan malo. Podía ser incluso peor -. ¿Quién era? – Esta vez ya no lo exigía, era más bien una súplica que me sacara de mi error -. Su nombre… no era… no era Ryan, ¿verdad?
Julien me miró sin abrir la boca y adiviné la verdad en sus ojos.
- No… me estás tomando el pelo, ¿a que sí? Drezan estaba delirando… no sabía qué decía… es una broma de muy mal gusto, ¿sabes? De muy mal gusto – empecé a llorar otra vez. Julien me sujetó los brazos con delicadeza.
- Lo siento, Dalayn.
- No… No puede ser… Ryan… No… ¡NO!
Salí corriendo de la habitación como una exhalación. Las calles pasaban a mi alrededor a toda velocidad y sin darme apenas cuenta me encontraba de rodillas sobre la arena, bañada por el frío mar otoñal, llorando amargamente.

Ahora me daba cuenta de cosas que antes no había percibido, pero que encajaban a la perfección. El parecido de Ryan conmigo, el hecho de que mi padre nos hubiera separado... Recordaba al confidente que me había hablado en el bosque, que había conocido a alguien que se parecía a mí... un familiar... Ryan.

¿Por qué, de entre todas las personas que había en el mundo, tenía que ser precisamente él el que tuviera mi misma sangre? Temblaba sólo de pensarlo. ¿Cómo iba ahora a poder mirar a Vedrick a la cara? Pasé dos días como una autómata, sin hablar con nadie, apenas bebía y comía aún menos. El hecho de que tuviera un hermano y de la posibilidad de que existiera un sobrino hacía que me doliera la cabeza. Sólo salí de casa de Drezan para su funeral. Intenté rehuir a Julien de todas las maneras posibles, pero allí me resultó imposible.

- Sé que esto te ha afectado mucho, pero hay algo más que debes saber.
- ¿Qué? ¿Ahora resulta que tengo otro hermano? ¿U otra madre? - respondí con amargura -. ¿Algo más que se me haya ocultado?
- Es sobre... Ryan.
- ¿Qué pasa con él?
- Enviamos a alguna gente al poblado para enterrar a los muertos como se deviera. Tu madre era una de las nuestras, era nuestra obligación. El caso es que no encontramos el cuerpo de Ryan.
- ¿Cómo que no encontrásteis su cuerpo? Era la fiesta de primavera, todos los reuníamos allí. Algunos del grupo de Ryan estaban allí.
- Pero por lo que se ve, él no. debió irse o simplemente no acudir. O quizá se lo llevaron, no lo sabemos.
- Eso quiere decir... ¿que es posible que esté vivo?
Julien asintió.
. Entonces tengo que encontrarlo.
- Haré que preparen víveres para el camino. ¿Cuántos sois, aparte de Vedrick y tú?
Me quedé en silencio.
- Vedrick no viene. Lo he estado pensando estos días y ya había planeado marcharme. No necesitaré mucho, sólo unos minutos para escribirle una nota.
- ¿Estás segura?
- Sí.

Subí a mi habitación y busqué un pergamino y una pluma. Empecé a escribir:

"Lo siento. Siento mil y una veces el daño que esto pueda causarte. No es culpa tuya. Kibashi y Saabath tienen razón. No estoy preparada para seguir con vosotros. Es cierto que estar juntos es nuestra mayor fuerza, pero también es nuestra mayor debilidad, cosa que no necesitas. No voy a ponerte en peligro ni retrasarte más en tu misión por mis propias necesidades. Volveré contigo cuando todo haya acabado, si es que entonces todavía me quieres a tu lado. Pero no me busques. Nunca te he abandonado. Mi corazón estará contigo hasta tu último aliento dentro de cien años, aun cuando ya haya dejado de latir.
Que los dioses te bendigan y te protejan.
Suerte.
Siempre tuya,
Dal"

Con lágrimas en los ojos, doblé la carta y se la di a Julien, que ya tenía preparado a Khenhènann para partir.
- ¿Estás segura de que quieres hacer esto?
- Completamente.
Monté en el caballo y me dispuse a cabalgar hasta el horizonte.

Llegamos corriendo. Nos esperaban unos cuantos.
Uno de ellos, sin terciar palabra me dio una nota. La lei.
Suspire.
-¿A donde ha ido?
-No lo se
-Mientes
-En serio...no lo se Vedrick
Le mire furioso.
-No te he dado permiso para usar mi nombre-mi puño se estrelló en la cara de aquel hombre. Los labios le estallaron.
Mas tarde, al lado de un fuego, me disculpé con Julien, que asi se llamaba.

Había vuelto a perder a Dalayn.

-¿Por que tenemos que ir a por ella? Se ha ido voluntariamente-Kibashi estaba encantado
Le miré.
-Dalayn es pieza clave del grupo.
-Oh, no necesito un compañero de batalla-Kibashi sonrió, pero fue solo un instante.
-No me referia a eso, lo que te pase a ti me importa muy poco.
Khandar permanecía sentado.
-Bueno, sólo habrá que esperar a que se duerma. Una vez que esté dormida su mente será un enorme receptor, y yo podré encontrarla.
-¿En serio?-le miré ilusionado.
-Claro....soy todo un telépata. ¿Verdad Kibashi?-Kibashi aun recordaba el sondeo mental-.

-La tengo..........más o menos
Miré a Khandar
-Está en el desierto
-¿Ella sola? Está loca-Kibashi habló deprisa-al menos nos cae en buena dirección.
Habiamos estado hablando. Iriamos a visitar las torres de magia por ser un objetivo prioritario de Torre Oscura.
-Pongamonos en marcha